domingo, 3 de agosto de 2008

Manifestaciones centrales del alcoholismo crónico

3.- Delirium Tremens
Dr. Héctor A. Figini

Como acabamos de decir, pueden sumarse en forma más o menos rápida, temblor, alucinaciones, confusión mental, convulsiones y finalmente hiperactividad desordenada, psicomotora y vegetativa. En ese caso es difícil establecer dónde está la frontera entre el delirium tremens y los cuadros que le preceden, que en nuestro ambiente han sido llamados "predelirium". Para los franceses existiría una verdera y clara gradación entre "episodio confuso-onírico", "deliriums tremens" y "delirium tremens hiperazoénico". En cambio los sajones parecen mostrarse menos rígidos, si bien Adams (1953) menciona un "delirium tremens típico", que en realidad corresponde a la forma completamente desarrollada, con todas sus manifestaciones. De cualquier modo hay que admitir que se trata de uno de los cuadros más espectáculares y dramáticos de la medicina.

Aparece en bebedores intensos, después de muchos años de continuo hábito y generalmente desencadenado o precipitado por alguna afección intercurrente, como neumonía, gripe, operación, traumatismo, sepsis, etc.. o siguiendo a una prolongada borrachera y después de varios días de temblor, alucinosis o convulsiones. Aun a veces ya recuperándose de estos estados caen realmente en forma brusca, en pocas horas, en un estado de excitación psicomotriz y autonómica.

El paciente está agitado, sin reposo en ningún momento, requiere contención, continuamente manipula la ropa de su cama, tratando de tomar cosas o insectos que cree ver; ocasionalmente sufre sobresaltos con mayor temblor y expresión azorada o temerosa. Su excitación psíquica se refleja en el lenguaje, cambiante en los tonos, ininteligible a veces, por mal articulado, como deslizante. Mentalmente los síntomas son muy coloridos: confuso totalmente en cuanto a personas, objetos, lugar y tiempo, tiene muy vívidas alucinaciones con las que trata de actuar, lo que determina conductas motoras no siempre comprensibles para el observador. Este se orientará mejor si conoce la profesión del alcohólico, ya que en el contenido alucinatorio y delirante suele predominar lo que se vincule con sus ocupaciones diarias. Resultan enfermos tan sugestionables que sus alteraciones sensoreceptivas pueden ser inducidas por el examinador, en cuanto a un tema, con una palabra, un gesto, una maniobra, o mediante un objeto cualquiera, de modo que pueden llegar a imponérsele conductas o actuaciones sin objeto.

Es difícil retener la atención de estos enfermos, que sin embargo parecen atentos a todo, al cambiar el tema de discurso, en forma maníaca y según las modificaciones que observan en su derredor. Por lo general el cuadro termina abruptamente com0 empezó, cayendo el alcohólico en profundo sueño, bastante prolongado a veces, a cuyo despertar está lúcido, quieto, exhausto, con apetito y sin noción de lo ocurrido.

del libro "Alcoholismo"
Dr. Gustavo Poch - Dr. Horacio Rubio
Editorial Universitaria de Buenos Aires

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