miércoles, 2 de julio de 2008

3ra. Fase del alcoholismo

c) Fase básica o decisiva (II)

Existen individuos que beben cantidades excesivas de alcohol durante muchos años (veinte, treinta o más años) sin llegar a perder el control de la ingesta. Esta diferencia con el enfermo alcohólico estaría dada según Jellinek por la presencia en este último de un factor predisponente (llamado factor X) de probable naturaleza física.

Parece ser que este factor predisponente reprenta alguna pequeña falla latente, que en el curso de beber excesivamente durante varios años, se torna más poderosa hasta interferir en el manejo del alcohol y provocar la pérdida del control de la ingesta. Este factor no tiene relación con la tendencia del enfermo a beber alcohol en forma exagerada, sino que tiene ingerencia solamente en la pérdida del control.

El alcohólico llega a beber excesivamente por razones psicológicas o sociales, en cambio la pérdida del control de la ingesta es un síntoma de un proceso físico quee se superpone al proceso psíquico; siendo el palimpsesto (laguna mental) el primer síntoma de ese proceso físico.

Debe establecerse bien la diferencia que existe entre el bebedor excesivo no alcohólico y el alcohólico crónico. El primero, que carece del llamado factor X de Jellinek, empieza a beber cuando quiere, bebe la cantidad que desea y detiene la ingesta alcohólica cuando se lo propone; en cambio el alcohólico, una vez que ha comenzado a beber; aunque lo haya hecho con el propósito sincero de no beber más de una o dos copas, no puede detener la ingesta y sigue bebiendo hasta embriagarse.

Al producirse las primeras pérdidas del control de la ingesta, el enfermo desarrolla un sistema de razonamiento tratando de justificar su conducta. Sistema de razonamiento que le explica, de manera convincente, la razón de su comportamiento y su capacidad para volver a ganar el control de la ingesta. Dicho sistema se origina en una necesidad interna, pero sirve también para contrarestar la presión social que tiene lugar en ocasión de la pérdida de control.

El enfermo se vale de estos razonamientos no para convencer a su familia, amigos o socios, sino para convencerse a sí mismo.

Con el tiempo, el fracaso del sistema de razonamiento anterior origina una pérdida de confianza en sí mismo; para compensar esta pérdida nace el sentimiento del comportamiento grandioso: el enfermo gasta en extravagaencias y se vuelve grandilocuente.

Más adelante aparece el sistema de aislamiento: el enfermo le hecha la culpa de su desgracia a todo el mundo, lo que trae como consecuencia el aislamiento progresivo de su medio social y una creciente agresividad.

Esta conducta origina sentimientos de culpa. Ya en la fase prodrómica había aparecido el sentimiento de culpa, pero es en la fase decisiva donde adquiere su carácter persistente.

Tratando de complacer a su familia y amistades, el enfermo promete enmendarse y se embarca en períodos de abstinencia. Tiene confianza en que un período de abstinencia de cuatro a seis semanas le permitirá recuperar el control de la ingesta. Tiene la idea de que sus dificultades se deben a que no bebe las bebidas convenientes o a que no bebe en forma correcta. Entonces ensaya un cambio de esquema en el beber: cambia el tipo de bebidas; abandona las bebidas destiladas pasando a beber bebidas fermentadas, o bien retrasa el comenzar a beber en forma continua en dos o tres horas.

En lugar de comenzar a beber en forma continua a las 17 horas por ejemplo, lo hace a las 20 horas, pero con esto lo único que logra es retrasar la aparición de la ebriedad en dos o tres horas.

Al fallar sus propósitos uno tras otro, aumenta la hostilidad hacia su medio social, el aislamiento se hace más pronunciado y su conducta se vuelve alcoholocéntrica. Comienza a temer que sus deberes y actividades puedan interferir en su beber, en lugar de preocuparse del efecto del beber excesivo sobre su trabajo y sus relaciones sociales y familiares.

Generalmente en estos momentos abandona sus amistades y deja su empleo. Rara vez ocurre a la inversa; la mayoría de las veces es el enfermo el que toma la iniciativa y deja su trabajo como una defensa preventiva, antes de verse forzado a soportar la humillación del despido.

Más adelante ocurre una pérdida de intereses; éstos se estrechan hasta formar un círculo pequeño alreededor de su persona; lo que lo obliga a una reinterpretación de sus relaciones interpersonales, terminando por desarrollar una marcada autoconmiseración.

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