martes, 1 de julio de 2008

3ra. Fase del alcoholismo

c) Fase básica o decisiva (I)

La pérdida del control de la ingesta de alcohol marca la iniciación de la tercera fase de la enfermedad: el enfermo ha concurrido a una reunión con el propósito sincero de no beber más que dos o tres copas, pero a pesar de su intención original sigue bebiendo hasta embriagarse.

En algunas ocasiones, sobre todo si sus obligaciones lo exigen, logra resistir y detiene la ingesta luego de beber una o dos copas, pero lo común es que la mayoría de las veces siga bebiendo hasta llegar a la ebriedad.

El enfermo no puede comprender cómo es posible que se haya embriagado; llega a creer que el episodio no se repetirá, pero en otras ocasiones en cuanto toma la primera copa pierde su resistencia para abstenerse y sigue bebiendo hasta alcanzar cierto grado de intoxicación aguda.

Sin embargo, una vez que ha alcanzado el estado de intoxicación completa es capaz de abstenerse voluntariamente durante varios días, semanas y algunos meses. Es decir, que el enfermo no pierde el control de las ocasiones de beber: la compulsión se inicia con la primera copa y opera únicamente hasta la intoxicación completa, no existiendo entre dos ocasiones independientes.

Al llegar a la fase de intoxicación grave el enfermo no puede beber más alcohol y suspende la ingesta. Muchas veces, en estos momentos, el bebedor está bebiendo contra su voluntad, lo que puede evidenciarse por su dificultad para tragar y las muecas que hace como si estuviera bebiendo cicuta, pero no puede dejar de beber.
En realidad cuando un enfermo bebe una y otra vez, a pesar de los resultados desgraciados del comenzar a beber, no se debe a que exista compulsión, sino a la existencia de otras razones que explican su conducta. Dichas razones son las siguientes:

1) El alcohólico está absolutamente convencido que sabe manejar la bebida y que su episodio de embriaguez fue la consecuencia de causas circunstanciales ajenas a su voluntad. Tiene confianza en su capacidad para vencer aquella debilidad a la que considera momentánea y que la vencerá pronto.

2) El enfermo no ha aprendido otra técnica que la anestesia alcohólica para aliviar sus preocupaciones y malestares psicológicos o sociales; por lo tanto cuando se acumulan las tensiones busca alivio en el alcohol. Ésta no es una cuestión de compulsión, sino de falta de alternativa para remediar una situación nociva.

3) El comenzar a beber no siempre es precipitado por tensiones, sino que con bastante frecuencia lo es por una sencilla situación social. Si cuando está en una reunión se le ofrece una bebida, accediendo a una costumbre social la acepta sin pensar en las posibles consecuencias. La capacidad para ingerir alcohol sin consecuencias es en nuestra sociedad una cuestión de privilegio viril y para el alcohólico es una idea inaceptable el no poseer esa capacidad.

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